Vivireis como hombres, caeréis como príncipes
De dioses y hombres [2010] Francia (Des hommes et des dieux) Trailer en español
Xavier Beauvois Etienne Comar, X. Beauvois Caroline Champetier Marie-Julie Maille Lambert Wilson, Michael Lonsdale, Jean-Marie Frin, Jacques Herlin, Philippe Laudenbach Alice Cambournac Golem 120 minutos Mayores de 16 años
Premio del jurado en Cannes, representante de Francia en los Oscar, una película excepcional al servicio de una gran historia.
Ha habido grandes películas sobre el cristianismo, pero muy pocas sobre el catolicismo tan grandes como De dioses y hombres. A Drever le hubiera entusiasmado. Esta película contiene uno de los retratos más apasionados y apasionantes de la fe católica encarnada que ha hecho el cine, porque comprende, asume y expresa muy bien el misterio de la gracia correspondida que tiene como culminación el martirio, la mayor muestra de caridad que Dios reserva a un ser humano: dar la vida por amor.
Ha habido grandes películas sobre el cristianismo, pero muy pocas sobre el catolicismo tan grandes como De dioses y hombres. A Drever le hubiera entusiasmado. Esta película contiene uno de los retratos más apasionados y apasionantes de la fe católica encarnada que ha hecho el cine, porque comprende, asume y expresa muy bien el misterio de la gracia correspondida que tiene como culminación el martirio, la mayor muestra de caridad que Dios reserva a un ser humano: dar la vida por amor.
Premio especial del jurado en Cannes, la cinta representará a Francia en los Oscar y lo lógico sería que ganase. La película merece admiración, no por retratar a unos monjes católicos de una manera verosímil (lo hace de manera impecable) sino porque ese retrato es excepcional desde el punto de vista fílmico.
El primer guión del hasta ahora productor Etienne Comar (con la participación en la escritura de diálogos del director Xavier Beauvois, un prolífico actor de 43 años que ha dirigido seis películas) es verdaderamente fascinante en su variedad temática y en la manera de desarrollar el conflicto. Se abordan los asuntos con una fuerza tremenda, con naturalidad: la centralidad de la Eucaristía y la oración, el ora et labora como resumen de la vida de unos hombres fieles a una misión en una tierra aparentemente baldía, el ejercicio de la autoridad como un servicio a los demás, la fuerza arrolladora de la fraternidad. La manera de construir personajes que podrían parecer iguales pero que tienen una enorme singularidad y diversidad es muy inteligente: caben caracteres, talantes y actitudes muy diversas, todas asumibles. La fotografía es bellísima pero a la vez muy de diario, no invade artificialmente el encanto casi pedestre de lo que retrata. El montaje, en fin, es un alarde de prosa poética.
Las interpretaciones son poderosísimas y se logra una intensidad dramática altísima que no va reñida con la amenidad: las dos horas se llevan muy bien. Quien, temiendo una película angustiosa y cruda, deje de verla en el cine se lamentará por haber perdido la oportunidad de ver en pantalla grande una obra maestra de incalculable valor. En Francia ya supera los 3 millones de espectadores.