Monumenta Tovosi

miércoles, 2 de febrero de 2011

DE DIOSES Y HOMBRES

Este es el título de una conmovedora, excepcional y hermosa película de Xavier Beauvois recientemente estrenada en España. El film se inspira en el martirio de siete monjes cistercienses en Argelia en 1996, a manos de unos fundamentalistas islámicos. Es un canto a la vocación cristiana, a la consagración por la vida, a la caridad y al testimonio de la “levadora en medio de la masa”. Y de cómo la verdadera religiosidad une a las personas y el fanatismo trae la guerra a los pueblos.

Asistimos a un fenómeno insospechado en un mundo secularizado y cargado de anticlericalismo. Cada vez son más frecuentes las películas religiosas (Cf. J. Orellana, Alfa y Omega 23.12.2010), parece como si el cine adivinara el hambre y sed de Dios que sufre el hombre contemporáneo. Así, curiosamente este film Des hommes et des dieux, en la “secularizada y laica” Francia ha tenido un éxito arrollador y estuvo en cuatro semanas seguidas encabezando el ranking de películas más taquilleras y la han visto tres millones de franceses. Se ha comercializado en más de cincuenta países y ha sido seleccionada para representar a Francia en los Oscar.

¿De qué se trata? Es la historia de los monjes franceses instalados en el pueblo argelino de Thibirine que ante el peligro que corre sus vidas tienen que discernir si permanecer en el monasterio y continuar al lado de aquellas pobres gentes o abandonar por un tiempo aquel lugar para salvarse. Es decir, se plantea el dilema de la fidelidad a los ideales evangélicos de la paz y de la caridad, con el riesgo de perder la vida, o buscar una salida “razonable” para poder seguir su vida monástica en otro sitio.

Los hechos trascurren en el enclave del Atlas argelino donde esta pequeña comunidad monacal convive en paz y armonía con la población musulmana. Compaginaba la vida monástica de contemplación, oración, silencio, estudio y trabajo, con el ejercicio de la caridad mediante un pequeño dispensario y ayuda a los habitantes del pueblo. Ellos eran como dirá una musulmana: “la rama del árbol que sostiene a los pájaros”. Si ellos partían de allí los “pájaros no tendrían donde sostenerse”. Pero los acontecimientos políticos vinieron a enturbiar aquella armonía perfecta. En diciembre de 1991, el FIS (Front Islamique de Salut) ganó la primera vuelta de las elecciones legislativas. La segunda vuelta quedó anulada, y el 11 de enero de 1992 se declaró el estado de emergencia y tres días más tarde es asesinado el presidente Mohamed Boudiaf, que trae como consecuencia una guerra abierta entre el gobierno y los extremistas del GIA (Goupe Islamiste Armé), que recurren al terrorismo más sangriento que llegará hasta la profanación del claustro del Monasterio de Thibirine, la captura y posterior ejecución de siete de sus monjes.

El realizador francés recrea perfectamente la vida de la comunidad cristiana en tierras musulmanas: la capilla, el huerto, la cocina, la pequeña sala capitular, el rustico consultorio; así como sus quehaceres cotidiano con sus vecinos. A esto hay que añadir la belleza y humanidad de las escenas, totalmente alejadas de algo que pueda oler a algo ñoño o dulzón. Se cuenta con una magnífica ambientación y con unos primeros planos extraordinarios que nos va revelando en cada uno de los rostros de los monjes, su evolución humana, psicológica y espiritual ante la duda sobre qué hacer y el pánico que produce el inminente martirio. El coloquio entre los monjes, el dificilísimo papel del prior de la comunidad, su reflexión sobre “el Misterio de la Encarnación y nuestra filiación” y su testamento espiritual hace que esta película sea una magnifica lección magistral de que “el amor es más fuerte que la muerte”, a pesar de que seamos mortales como reza al inicio del film con un texto del salmo 82: “Vosotros sois dioses, hijos del Altísimo, pero moriréis como todos los hombres, caeréis como cualquier príncipe…”

+Juan del Río Martín
Arzobispo Castrense de España