Monumenta Tovosi

viernes, 25 de febrero de 2011

Día del Seminario 2011

Trailer del film EL SACERDOTE REGALO DE DIOS PARA EL MUNDO con motivo del Día del Seminario 2011. Un trabajo de Contracorriente Producciones.

lunes, 21 de febrero de 2011

El Toboso WYD 2011

YouCat, un catecismo para jóvenes

youcatEn el prólogo, Benedicto XVI afirma que la fe es una preciosa perla que exige una vida nueva

Queridos jóvenes amigos,

Hoy os recomiendo la lectura de un libro poco común. Es poco común por su contenido y también por el modo como se elaboró. Y quiero hablaros un poco de este origen, porque a la vez quedará claro así qué es lo especial de este libro.

Por así decir surgió a partir de otra obra, cuyo desarrollo se remonta a los años 80. Era un tiempo difícil tanto para la Iglesia como para la sociedad mundial, en el que se necesitaban nuevas orientaciones para encontrar el camino hacia el futuro. Después del Concilio Vaticano II (1962-1965) y en una situación cultural nueva, muchas personas ya no sabían bien qué es lo que creen en realidad los cristianos, qué enseña la Iglesia, si puede siquiera enseñar algo y cómo se puede adaptar todo esto en una cultura transformada desde su base. ¿No está superado el Cristianismo como tal? ¿Se puede ser cristiano hoy de un modo razonable? Estas eran las preguntas que se planteaban también los buenos cristianos.

El Papa Juan Pablo II tomó entonces una decisión arriesgada. Decidió que obispos de todo el mundo tenían que escribir juntos un libro en el que dieran respuesta a estas preguntas. Me confió la tarea de coordinar el trabajo de los obispos y de ocuparme de que de las aportaciones de los obispos resultara un libro – un verdadero libro, no una agrupación de textos diversos. Este libro debía llevar el título anticuado de „Catecismo de la Iglesia Católica“, pero debía ser, sin embargo, algo nuevo y fascinante. Debía mostrar qué es lo que cree hoy la Iglesia Católica y cómo se pude creer de un modo razonable.

Yo estaba asustado ante este encargo. Tengo que confesar que dudaba que se pudiera lograr algo así. Porque ¿cómo era posible que autores dispersos por todo el mundo pudieran realizar juntos un libro legible? ¿Cómo podían personas que viven en diferentes continentes, no sólo geográficos, sino también en el nivel intelectual y espiritual, realizar juntas un texto que debía tener una unidad interna y ser comprensible también en todos los continentes? A ello se añadía que estos obispos no debían escribir sin más como autores individuales, sino en contacto con sus hermanos obispos, con las iglesias locales. Tengo que confesar que aún hoy me sigue pareciendo un milagro que finalmente se pudiera lograr este plan.

Nos encontrábamos tres o cuatro veces al año durante una semana y discutíamos apasionadamente acerca de los fragmentos que habían surgido en los intervalos. Ciertamente lo primero fue establecer la estructura del libro. Tenía que ser sencilla, para que cada uno de los grupos de autores que establecimos pudiera recibir una tarea clara y no tuvieran que meter a presión sus mensajes dentro de un sistema complicado. Es la misma estructura que podéis encontrar en este libro que tenéis ahora en las manos. Está tomada sencillamente de la experiencia catequética de muchos siglos: lo que creemos – cómo celebramos los misterios cristianos – cómo tenemos vida en Jesucristo – cómo debemos orar. No voy a contar ahora cómo nos abrimos paso a través del montón de preguntas hasta que finalmente surgió de ello un libro. Naturalmente se puede criticar esto o aquello en una obra de este tipo: todo lo que hacen los hombres es insuficiente y puede ser mejorado. Sin embargo es un gran libro: un testimonio de la unidad en la diversidad. A partir de muchas voces pudo formarse un coro común, porque teníamos la partitura común de la fe, que, desde los apóstoles, la Iglesia ha transmitido a través de los siglos.

¿Por qué cuento todo esto? Ya en el momento de la composición del libro pudimos constatar que no sólo son diferentes los continentes y las culturas de sus pueblos, sino que dentro de cada sociedad existen a su vez diferentes „continentes“: el trabajador piensa diferente al campesino, un físico diferente a un filólogo, un empresario diferente a un periodista, una persona joven diferente a una mayor. Por eso tuvimos que colocarnos, en cuanto al lenguaje y al pensamiento, un poco por encima de estas diferencias, por así decir, buscar el espacio común entre los diferentes modos de pensar. Y con ello fuimos cada vez más conscientes de que el texto necesita „traducciones“ para los diferentes espacios vitales, para tocar a las personas en sus propios pensamientos y cuestiones.

En las Jornadas Mundiales de la Juventud celebradas desde entonces – Roma, Toronto, Colonia, Sydney – se han encontrado los jóvenes de todo el mundo que quieren creer, que buscan a Dios, que aman a Cristo y que quieren una comunidad para el camino. En este contexto surgió la idea: ¿No deberíamos intentar traducir el Catecismo de la Iglesia Católica al lenguaje de la juventud? ¿Llevar sus grandes mensajes al mundo de los jóvenes de hoy? Por supuesto que entre los jóvenes de hoy también hay, a su vez, muchas diferencias. De este modo, bajo la acreditada dirección del obispo de Viena, Christoph Schönborn, se ha elaborado un YOUCAT para los jóvenes. Espero que muchos jóvenes se dejen fascinar por este libro.

Algunas personas me dicen que a los jóvenes de hoy no les interesa esto. Yo me opongo y estoy seguro de tener razón. Los jóvenes de hoy no son tan superficiales como se dice de ellos. Quieren saber qué es lo verdaderamente importante en la vida. Una novela policíaca es fascinante porque nos mete en el destino de otras personas, que podría ser también el nuestro. Este libro es fascinante porque habla de nuestro propio destino y por ello nos afecta profundamente a cada uno.

Por eso os invito: ¡estudiad el Catecismo! Es mi deseo más ardiente. Este catecismo no os regala los oídos. No os lo pone fácil. Pues os exige una vida nueva. Os presenta el mensaje del Evangelio como la «perla de gran valor» (Mt 13,46), por la que hay que dejarlo todo. Por eso os pido: ¡estudiad el Catecismo con pasión y constancia! ¡Dedicadle tiempo! Estudiadlo en el silencio de vuestro cuarto, leedlo en pareja, si tenéis novio, formad grupos de trabajo y redes, intercambiad opiniones en Internet. ¡De cualquier forma, mantened conversaciones acerca de la fe!

Tenéis que saber qué es lo que creéis. Tenéis que conocer vuestra fe de forma tan precisa como un especialista en informática conoce el sistema operativo de su ordenador, como un buen músico conoce su pieza musical. Sí, tenéis que estar más profundamente enraizados en la fe que la generación de vuestros padres, para poder enfrentaros a los retos y tentaciones de este tiempo con fuerza y decisión. Necesitáis la ayuda divina para que vuestra fe no se seque como una gota de rocío bajo el sol, si no queréis sucumbir a las seducciones del consumismo, si vuestro amor no quiere ahogarse en la pornografía, si no queréis traicionar a los débiles ni dejar tiradas a las víctimas.

Y cuando os dediquéis con empeño al estudio del Catecismo, quiero daros aún un último consejo: Sabéis de qué modo la comunión de los creyentes ha sido herida profundamente en los últimos tiempos por ataques del enemigo, por la entrada del pecado incluso en lo más interno, en el mismo corazón de la Iglesia. ¡No lo toméis como pretexto para huir del rostro de Dios! ¡Vosotros mismos sois el Cuerpo de Cristo, la Iglesia! Introducid el fuego nuevo y lleno de energía de vuestro amor en la Iglesia, por más que algunas personas hayan desfigurado su rostro. «En la actividad, no seáis negligentes; en el espíritu manteneos fervorosos, sirviendo constantemente al Señor» (Rom 12,11).

Cuando Israel estaba en el momento más bajo de su historia Dios no llamó en su auxilio a los grandes y apreciados, sino a un jovencito llamado Jeremías. Jeremías se vio superado por la tarea: «¡Ay, Señor, Dios mío! Mira que no sé hablar, que solo soy un niño.» (Jer 1,6). Pero Dios no cambió de idea: «No digas que eres un niño, pues irás adonde yo te envíe y dirás lo que yo te ordene.» (Jer 1,7)

Yo os bendigo y rezo cada día por todos vosotros.
Benedictus PP XVI

sábado, 12 de febrero de 2011

El Toboso WYD 2011

Himno de la JMJ en la Diócesis de Ciudad Real. Intérprete y Autor: NICO MONTERO.

jmj 2011 - El Toboso WYD 2011

Del 12 al 15 de Agosto/2011 -- El Toboso ha sido asignado como pueblo de acogida para la próxima Jornada Mundial de la Juventud por parte del Comité Organizador de este evento mundial. Hasta la fecha, casi un centenar de jóvenes procedentes de Italia y Canadá serán acogidos en la Patria de Dulcinea los días previos a la llegada del Papa Benedicto XVI a la capital de España para presidir los actos de la JMJ 2011. 

miércoles, 2 de febrero de 2011

DE DIOSES Y HOMBRES

Este es el título de una conmovedora, excepcional y hermosa película de Xavier Beauvois recientemente estrenada en España. El film se inspira en el martirio de siete monjes cistercienses en Argelia en 1996, a manos de unos fundamentalistas islámicos. Es un canto a la vocación cristiana, a la consagración por la vida, a la caridad y al testimonio de la “levadora en medio de la masa”. Y de cómo la verdadera religiosidad une a las personas y el fanatismo trae la guerra a los pueblos.

Asistimos a un fenómeno insospechado en un mundo secularizado y cargado de anticlericalismo. Cada vez son más frecuentes las películas religiosas (Cf. J. Orellana, Alfa y Omega 23.12.2010), parece como si el cine adivinara el hambre y sed de Dios que sufre el hombre contemporáneo. Así, curiosamente este film Des hommes et des dieux, en la “secularizada y laica” Francia ha tenido un éxito arrollador y estuvo en cuatro semanas seguidas encabezando el ranking de películas más taquilleras y la han visto tres millones de franceses. Se ha comercializado en más de cincuenta países y ha sido seleccionada para representar a Francia en los Oscar.

¿De qué se trata? Es la historia de los monjes franceses instalados en el pueblo argelino de Thibirine que ante el peligro que corre sus vidas tienen que discernir si permanecer en el monasterio y continuar al lado de aquellas pobres gentes o abandonar por un tiempo aquel lugar para salvarse. Es decir, se plantea el dilema de la fidelidad a los ideales evangélicos de la paz y de la caridad, con el riesgo de perder la vida, o buscar una salida “razonable” para poder seguir su vida monástica en otro sitio.

Los hechos trascurren en el enclave del Atlas argelino donde esta pequeña comunidad monacal convive en paz y armonía con la población musulmana. Compaginaba la vida monástica de contemplación, oración, silencio, estudio y trabajo, con el ejercicio de la caridad mediante un pequeño dispensario y ayuda a los habitantes del pueblo. Ellos eran como dirá una musulmana: “la rama del árbol que sostiene a los pájaros”. Si ellos partían de allí los “pájaros no tendrían donde sostenerse”. Pero los acontecimientos políticos vinieron a enturbiar aquella armonía perfecta. En diciembre de 1991, el FIS (Front Islamique de Salut) ganó la primera vuelta de las elecciones legislativas. La segunda vuelta quedó anulada, y el 11 de enero de 1992 se declaró el estado de emergencia y tres días más tarde es asesinado el presidente Mohamed Boudiaf, que trae como consecuencia una guerra abierta entre el gobierno y los extremistas del GIA (Goupe Islamiste Armé), que recurren al terrorismo más sangriento que llegará hasta la profanación del claustro del Monasterio de Thibirine, la captura y posterior ejecución de siete de sus monjes.

El realizador francés recrea perfectamente la vida de la comunidad cristiana en tierras musulmanas: la capilla, el huerto, la cocina, la pequeña sala capitular, el rustico consultorio; así como sus quehaceres cotidiano con sus vecinos. A esto hay que añadir la belleza y humanidad de las escenas, totalmente alejadas de algo que pueda oler a algo ñoño o dulzón. Se cuenta con una magnífica ambientación y con unos primeros planos extraordinarios que nos va revelando en cada uno de los rostros de los monjes, su evolución humana, psicológica y espiritual ante la duda sobre qué hacer y el pánico que produce el inminente martirio. El coloquio entre los monjes, el dificilísimo papel del prior de la comunidad, su reflexión sobre “el Misterio de la Encarnación y nuestra filiación” y su testamento espiritual hace que esta película sea una magnifica lección magistral de que “el amor es más fuerte que la muerte”, a pesar de que seamos mortales como reza al inicio del film con un texto del salmo 82: “Vosotros sois dioses, hijos del Altísimo, pero moriréis como todos los hombres, caeréis como cualquier príncipe…”

+Juan del Río Martín
Arzobispo Castrense de España